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el Miquel, el guarda del refugio de Sant Benet, me comentó que al inicio del A3 había algún paso de gancho. Cuando me planté debajo del gran desplome un siniestro panorama de roca descompuesta me frenó toda iniciativa. Parecía realmente chungo, de hecho uno de mis compañero que la intentó tiempo atrás se bajó precisamente de aquí. Miré a lo alto y pude observar que había un agujero. Quedaba muy lejos, a duras penas lo alcanzaba con la punta de mis dedos. "Ese debe ser el agujero para el gancho", me convencí a mí mismo. Así que cogí mi gancho lo coloqué como pude y con sumo cuidado me colgué de él. Al principio aguantó aunque al ser un desplome corría el riesgo de saltar por cualquier inestabilidad. Después de una danza precaria conseguí superarme hasta lo alto del gancho. Aliviado descubrí que el gancho era bastante aceptable pero el siguiente paso parecía aún más difícil. Entonces, inspeccionando la pared en busca de un agujero para un plomo, vi a mi izquierda, a la misma altura del gancho, un precioso buril, inmaculado, resplandeciente... Je je, seré bestia. Y yo haciendo pasos precarios de gancho sobre una repisa inclinada de las que hacen daño.


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